miércoles, 16 de abril de 2008

Ayer por la noche, en algún momento,
una mezcla de tristeza y angustia invadió mi débil sueño.
Pensé en mi amor, lloré.
No lloré porque lo necesito, no lloré porque me duele cada día,
o cada hora, su ausencia...

Lo hice, literalmente por él.
Crucé mis brazos abrazándome,
sintiendolo a él.
Acurrucada a un costado de la cama,
recé ...
Pedí al cielo que estuviera bien.
Junté mis fuerzas para que sintiera
milagrosamente una caricia,
un abrazo, un beso mío.
Para que mágicamente una brisa
adormeciera su alma en calma
y despertara su sonrisa.