jueves, 9 de noviembre de 2017


Me encantó, lo escribí hace 7 años aparentemente.... crónica de una muerte anunciada... ja

to be continued


Desde más joven siempre supe que habían determinados momentos de la vida donde tenemos que tomar decisiones difíciles.
Cualquiera supondría que con el pasar de los años eso sería más sencillo dada la experiencia que se va adquiriendo en el camino.
Como de costumbre, y sin importar los años o aquello vivido, la vida una vez más me sorprende. Más que sorprenderme creo que sería más correcto decir que me deja perpleja, paralizada, como si estuviera al costado de un camino que se bifurca en algunas posibles direcciones.
El horizonte por supuesto, refleja una nube turbulenta de opciones, obstáculos, posibles éxitos, posibles derrotas, ideas y pensamientos difusos enmarañados con un miedo extremo.
El tiempo pasa de manera ambivalente, y yo sigo ahí, a la espera de saber o encontrar alguna ¨señal¨ o hecho consistente que me asegure qué camino tomar, casi convencida de que no habrá retorno (cuestión que tampoco tengo muy clara).
Tolero cierta incertidumbre, tampoco taaaaanta.

Y en mi descanso (?) sobre la ruta número 3, ni de espaldas al norte, ni de espaldas al sur escucho conocidos consejos. Clishé.
¨ Escuchá a tu corazón, hacé aquello que sientas. ¨
¨Dejá que fluya, la vida te va a ir llevando y vas a saber que hacer. ¨ o el consejo más sencillo y casi desinteresado ¨ ya va a salir algo ¨ (como quien se quiere sacar de encima una pregunta dificultosa)
Lo cierto es que , estoy casi convencida que mi corazón no sabrá tomar una sabia decisión.
Las emociones suelen ser grandes traicioneras y opacan la razón. Es ahí donde uno/a cuando mira retrospectivamente se pregunta ¿ En qué estaba pensando ? Claro, precisamente NO estabas pensando.

Tampoco podría fiarme, evidentemente, de la razón por sí sola. También puede ser bastante traicionera, he ahí el famoso ¨ como pude creer o pensar eso!¨
Por otro lado, no puedo estancarme en una espera pasiva y que la ¨vida¨ (no estarán hablando de destino?!) decida que por algún evento fortuito llegue al lugar indicado, porque claro, así tenía que ser.

En general suelo ser más del tipo de persona que cree en el refrán el que no arriesga, no gana y siempre mejor arriesgar y perder, que no haber hecho absolutamente nada. En definitiva una ganancia siempre hay, aunque sea tan solo un aprendizaje a cambio de un costo bastante caro a veces.
Lo jodido no es tan sólo el miedo, elemento importante pero no determinante (tengo cierta esperanza que sabré vencerlo). lo jodido es no tener bien en claro qué arriesgo, a qué apuesto ó a que quisiera apostar (mínimo! ) y mucho menos cómo.